Ramón y Blanca (2 de 2)

Autor:

Blanca y su espejo
por Antonio Satir

Una luna líquida gotea en tu voz,
blanca como una nebulosa que muere a mil vidas de mí.
Blanca como los huesos que nos dejan,

y no te haz ido,

aun viaja tu luz adentro del mundo oscuro,
porque solo tú reflejas lo más lejano de nosotros
con tu espejo de niña.

 

Un caballo bebe tu silencio
para Ramón
por Antonio Satir

No oí jamás tu voz, pero me imagino que es
como son todas las voces de los poetas,
a viento o a pájaro salvaje.

No importa si no nos conocemos,
igualmente algún día seremos hermanos silenciosos.

No vi tus ojos, desconocido,
pero me imagino que tu mirada
es la misma que tiene un caballo
mientras bebe el agua del campo
y junto con ella también bebe tu silencio.

 

Fue mío… y lo perdí
(Blanca, Ramón, ¡ayúdenme!)
por José Manuel Sáiz

Llegó hasta mí, besó mi frente
y se marchó.
Iluminó mi cara, acarició mi espíritu; conmovió
sin más mi corazón.

Sí, lo tuve, en verdad lo tuve. Por un momento
fue parte de mi vida, de mi alma…
y lo perdí.

Desde entonces
lo busco día y noche en los rincones
profundos de mi mente…
y se escabulle a toda prisa (¡como un bandido!)
burlándose de mí.

De vez en cuando
lo siento galopar sobre la blanca
estepa de un papel o en los pixeles
que alumbran mi pantalla
y lo persigo. Pero si pretendo
en vano yo alcanzarlo,
me dice que desista, que lo deje, que solo soy
un simple trovador.

¿Es que nadie
conoce donde para? ¿Alguna pista
que lleve a su escondite? ¿Algún consuelo
si todo queda en nada?

A ustedes los poetas que buscan como yo
les ruego lo compartan si un día dan con él.
Permítanme que sienta
de nuevo su virtud.

(Blanca, Ramón,
seguramente ahora
se encuentre en vuestros fueros.
Vosotros que estuvisteis
a punto de alcanzarlo,
vosotros que dejasteis
mil versos en la tierra,
sabréis reconocerlo:
es el poema más hermoso
que nadie ha escrito nunca.
Y lo perdí.)

Sí, lo tuve, en verdad lo tuve.
…Pero huyó al mismo tiempo
que entró en mi corazón.

 

A Blanca Sandino y Ramón Ataz
por Rafael Zambrano Vargas

Un clavel y una dalia enamorada
Juntos van por el éter de la altura;
Dos voces son del verso en la premura
Desta vida que es soplo de pasada.

Un poema en la escarcha resbalada,
Dos almas de pasión sin atadura,
En vuelo presuroso hacia la albura
En dimensión de luz gratificada.

Cantad sobre el suspiro de la pena
En libertad fragante poesía,
Un duelo de carmín y de azucena.

Que nosotros aquí, la melodía,
Y un bosquejo del aire sin cadena
Podamos aprendernos a porfía.

 

Resurrección de los poetas genuinos
a Blanca Sandino Y Ramón Ataz
por Óscar Distéfano

Os habéis desangrado en los surcos del poema
agonizando en las espigas del verso,
para arrojaros a las ondulaciones celestes
del enigma profundo,
para descender en otros surcos
y renacer en otras espigas,
para morir poetas y vivir eternamente.

 

Despertar al viento: Blanca y Ramón
por Carmen Pla

Me arriesgaría a dibujar pájaros
para veros revolotear entre luz y transparencia.

Que vuestros sueños pasaran
al último guardián de tanto espacio abandonado,
que un verso desolado fuera el rincón del recuerdo
al último homenaje del tiempo compartido
sin dividir los destinos.

Que las olas os vistieran desde lo alto en pompa
invadiendo una gravedad en la travesía de la noche,
atándoos como un cordel a la ligereza
en el ámbito de la luna,
y uniéndome en orondos matices
para poder alcanzaros.

Poetas, la gravedad mide el vacío
y vuestro contacto con la complejidad
es una guirnalda de hojarasca,
penetra en vuestras estrellas hospitalarias
haciendo hueco,
intercambiando el lugar de un recuerdo
en un poema de fuerza acariciada.

A veces creo oíros llenos de ramaje
sobre la noche en un zumbido de seda,
de sueño clandestino,
con letras que brillan y sueñan.

Me bastó leeros sin conoceros
como tantos poetas que inventaron
despertar al viento
y a todas las aguas claras que viven
en el interior de la poesía
albergando al poeta.

 

Tu sien Plateada
Dedicado a Indah
Con todo mi cariño y siempre en mi recuerdo.
por Marisa Peral

Despliego el recuerdo por tu cardinal inexistencia
y de tanto adecuarlo se fragmenta.

Un cruce de contorsión y correcciones,
truncan los sueños y sus pétalos
y crece la extraña rémora de este sollozo
exonerando el regateo por mis huesos
de sol a luna
-como en una acuarela-
presintiendo tu sien plateada.

Y eres como una Xana, que me amadrina.

 

A Ramón Ataz – Juan Fionello
por Marisa Peral

Hola amigo, hoy vengo a hablar contigo porque desde hace casi cuatro años no he vuelto a escribirte, ni a recibir tus respuestas a mis cosas y te echo de menos ¿sabes?
Publico aquí el que fue tu segundo poema en Alaire porque es un breve precioso y quiero que todos vuelvan a leerlo.
Y después, un poema mío que te dediqué con mucho cariño.
Siempre mi recuerdo contigo, que fuiste grande y amable con todos y hoy, te envío mi abrazo, hasta allá donde estés.

Tu hastío
por Ramón Ataz » Mar, 22 Dic 2009 10:43

Dí que de un alma triste no salen las palabras
sino de un alma amarga, de un paladar
que intenta negar el sabor de la tiza.

No pides pero te doy lo que te pido
hoy, que no puedo ensalzar el aire turbio
ni sé cómo llorar, porque mi idioma
viste y desviste a los hijos de tu hastío.

Ramón Ataz


No recuerdo si este poema ya lo publiqué pero por la coincidencia en el título con el de nuestro compañero Juan Fionello, que no en calidad, lo vuelvo a publicar y se lo dedico con mucho cariño.

En tránsito

Mientras el mundo se despereza
observo en penumbra la enredadera
-salvaje-
que trepa por la curva de tus rodillas
y las gotas de sudor
que se adhieren a las hojas
como si fueran rocío.

Siempre en tránsito
-humano, humano-
apuras la taza de café
y abandonas mi universo.

 

Máscaras de luna
A Blanca Sandino
por Ana Muela Sopeña

En el juego de luz de tu recuerdo
un animal marino te hace sombra
en mitad de la niebla.

Vibración en los barcos
con humedad de lluvia.

Presagios de isobaras en el mar
por máscaras de luna
presidiendo la noche.

Tus palabras se quedan para siempre
vagando en el crepúsculo infinito.

 

Suburbios en la bruma
A Ramón Ataz
por Ana Muela Sopeña

Bebiste de la vida a borbotones
en sórdida respuesta a la pregunta
del silencio en la sombra.

Suburbios en la bruma
dibujaron tus calles.

Las farolas nocturnas susurraron
a través de tejados
y oscuras avenidas.

Un pájaro de agua se hizo cómplice
de tu exilio en el tiempo del naufragio.

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