Selección de poemas del Grupo Alaire

El proyecto del grupo alaire es un paso más en esa búsqueda íntima del ser por hacer palabra la belleza y la hondura de todo cuanto nos rodea, es una vuelta de tuerca en el afán por innovar preservando los caminos ya andados y creando a partir de ellos una poesía nueva, vital y sobre todo conciliadora con la sociedad y la literatura actuales.
Nos encontramos ante un grupo heterogéneo cuyos postulados básicos pasan por el cuidado de la forma y la innovación constante a partir de las estructuras clásicas. De este modo nos encontramos con la tremenda luz que desprende el lenguaje poético del chileno Benjamín Léon, la fusión total del ser con la naturaleza a través de las inconmensurables imágenes de J.J Ferreiro, pasando por la emotividad palpable y esencial de Luis Oroz, la atrapadora hondura del verso de Alonso de Molina o la pulcritud estética de Rafael Calle. Toda una propuesta poética que pretende hacer de la palabra un vehículo socializante a la vez que hermoso, un proyecto donde la poesía se acerca al día a día, donde se hace posible el verso como elemento cercano a todos los lectores, como ya dijera Valente:  “ la imposibilidad feroz de lo posible”.

 

Rafael Calle – La gata sobre el tejado de amarTu silueta de gata con los gestos en cuña

asombra la emoción cuando te miro;
la magia del contorno en los dones felinos.
De las fieras nostálgicas tú desembocadura.

Con tus pliegues se enmarcan las ideas absurdas,
odiseas al límite de todos lo sentidos,
opacidad miedosa de un cristal, sin motivo,
o quizá solo garras y al final solo arrugas.

Pecho de luz que nutre los añiles,
garduña en el temblor de los tejados.
De un poso de inocencia estero de algún río.

Amamantas la teja de una casa que gime.
¡Ay conjuro del norte! ¡Ay del sur malgastado!
¿Por qué no ser la loba del brazo de su aullido?

 

Luis Oroz – Biografía triste de la felicidadNació de la costumbre
y se dejó llevar, casi dormida,
sobre el instinto de los años jóvenes.
Era un jardín donde arrojar futuros
y cultivar recuerdos.

Dos décadas pasaron y la muerte,
asesina de todos los que siguen con vida,
inyectó la tragedia por sus venas
hasta dejar en coma al pensamiento.

Se despertó con la primera risa,
después de que la ausencia le pusiera en la boca su pistola de olvido,
resucitó con el bostezo triste
de los que duermen para sonreír,
de los que se sujetan a la vida
con las uñas postizas de la resignación.

Tuvo el dolor la angustia de los años bisiestos
y escondió sus heridas
bajo el tiempo inconsciente de las conversaciones.
Y fue feliz el gesto…
igual que la manzana en la boca de Eva.

Pero a veces la risa es el niño que escapa
del amigo invisible,
el soñador que muestra, escondido en sus miedos,
la transparencia de la realidad.

Ella resiste junto a las cervezas,
en la contemplación de los años filiales
o en la abstracción fugaz del último poema.
Ella resiste poderosa y única
y se deja llevar, casi despierta,
sobre el instinto de los años.

Como el humo que aleja los pecados del fuego
sobrevuela el incendio de los nombres.

Si la felicidad pudiera hablarnos,
respetuosamente, guardaría silencio.

 

Benjamín León – La luz de los metales

A Sara
“Eres pura, más pura todavía que yo”
Paul Eluard

 

1

Pájaros, formas de haber amado lo volátil de la noche y la imposible huella del rocío.
Luz, hebra de inextinguible cauce sobre el cuerpo que alimenta la sed y la tiniebla.

Yo no escribí los símbolos del agua,
no perpetré la forma a veces tierra de tu voz hecha caída y escaso regocijo en la espesura.

Yo descifré los últimos metales que en tu cuerpo giraron escondidos;
y fui el abrigo bajo el viento de las alas, la posibilidad futura de los astros, el suelo abarcador de las raíces.

Sólo aprendí la paz de la pobreza, la paz de estar desnudo en la temblanza, el gris amanecer de los metales.

2

Cuerpo que en ti renace: árbol, palabra o niño donde los brotes de la luz forman el tiempo.

Explico tu ciudad cuando abandona el grito matinal de la simiente.
Explico las campanas desmedidas queriendo hundirse en campo de la sombra.
Explico sobre espejos y espesuras, sobre el jardín y la humedad herida,
sobre el silencio
cuando cae.

Ya conocí la escasa soledad que las ventanas tienen,
el triste despertar de las cortinas,
el grito de la sed en los rosales.

En esta historia escribo sobre el fuego,
me vuelvo a despojar de la palabra, y escampo en los motivos de la lluvia.

 

3

La noche va inusual y tú desnuda, hemos nacido tantas veces y tantas veces hemos muerto.

Hubo en mi nombre párpados sin prisa: lugares donde hundir la sed y el frío.

Pero en las cruces viejas se pierden los relámpagos y todo se detiene en círculos de fuego.

Puedo augurar la luz en la tiniebla y asirme sin temor a tu quebranto, puedo asomar distante en la marea y ver como el invierno se deshace.

Llevo en la edad un voto de pobreza, pero tu nombre alumbra en el acero y forma su escritura de aire y sombra.

Amé el amanecer bajo las flores, el círculo profundo de la luz, el ácido fluir de tu hermosura.

 

4

Es posible formar el barro de mi voz.

Debajo de la noche el viento escribe en los cristales.

Los montes del ayer se incendian y la memoria esculpe su camino.

Hubo una luz herida en este parque, un pozo donde el miedo se fundaba, un árbol destinado a ser otoño.

Ahora canto al mundo de la niebla, al débil sollozar de tu ciudad esquiva, y al campo que te enciende los trigales.
5

Cayendo en lo invisible un animal de niebla se estremece.
Habrán acaecido los lugares de la luz, los últimos pilares de la noche, el fuego innumerable de la dicha.

Escucho en el silencio de tu voz, un madurar de frutas que dilatan el pulso del cobijo.

Y somos una claridad tan dulce: un surco en el fulgor de la semilla, un párpado extinguiendo la mirada.

Vemos la sangre urdiendo sus tinieblas, el fuego en el compás del abandono, la oscura inmensidad de los colores.

 

J.J Ferreiro- El hechizo de Venus – El hechizo de Venus

El hechizo de Venus
crece la tierra.

La extirpa, la sublima.
Le da la forma.

Ella es quien me adivina fascinado en el canto.
Ella muestra su carne en la penumbra;
penetra el corazón.

Ella, desde la orilla
nocturna
mira los mares
con todas las luciérnagas rizadas.

En el fulgor de sus cabellos
ha sido la crisálida del mundo.

Luis Oroz – Biografía triste de la felicidad

Nació de la costumbre
y se dejó llevar, casi dormida,
sobre el instinto de los años jóvenes.
Era un jardín donde arrojar futuros
y cultivar recuerdos.

Dos décadas pasaron y la muerte,
asesina de todos los que siguen con vida,
inyectó la tragedia por sus venas
hasta dejar en coma al pensamiento.

Se despertó con la primera risa,
después de que la ausencia le pusiera en la boca su pistola de olvido,
resucitó con el bostezo triste
de los que duermen para sonreír,
de los que se sujetan a la vida
con las uñas postizas de la resignación.

Tuvo el dolor la angustia de los años bisiestos
y escondió sus heridas
bajo el tiempo inconsciente de las conversaciones.
Y fue feliz el gesto…
igual que la manzana en la boca de Eva.

Pero a veces la risa es el niño que escapa
del amigo invisible,
el soñador que muestra, escondido en sus miedos,
la transparencia de la realidad.

Ella resiste junto a las cervezas,
en la contemplación de los años filiales
o en la abstracción fugaz del último poema.
Ella resiste poderosa y única
y se deja llevar, casi despierta,
sobre el instinto de los años.

Como el humo que aleja los pecados del fuego
sobrevuela el incendio de los nombres.

Si la felicidad pudiera hablarnos,
respetuosamente, guardaría silencio.

Sara Castelar Lorca – El Pulso II

Tengo la voluntad arrodillada
y escarbo con los dedos la conciencia
de amar en carne viva.

Resbalan los meandros de la noche
sobre mis tiernas vértebras,
el duelo,
la música,
ese temblor de agujas cimbreantes
que estalla en la garganta de los mirlos.
Qué inmensa pequeñez me sobrecoge.

Renazco en el arrullo de la bestia
y sigo siendo frágil,
me cabe entre los ojos la desnudez entera
esa palabra-espina que puja por la rosa,
el miedo,
la vena retorcida de la noche
sangrando oscuridad.
Estoy mordiendo a gritos la belleza.

Lo no visible crece
un animal impuro dibuja sus contornos
y el corazón se enciende de lirios y de sables.
Es la hora del pulso:
el instante marino de la tierra
donde los cuerpos gimen su contrario.

Se duele el tiempo escrito
como una herida incierta en los relojes
como un retal de lluvia en la cartera.
¿A dónde van mis alas?
¿Qué invierno han inventado los cristales?

Me habita una mujer de triste lengua
una mujer pequeña
perdida entre millones de mujeres,
la única visible.

Alonso de Molina – El Sol me absuelve

“Quiero la playa de pestañas
de la mujer dorada sobre el cemento
de mis brazos rotos
y la luz sin soledad
de la ausencia del láudano”

Javier Corcobado (Aventura)

-1-

El polvo de la tarde la envuelve en sus dilemas
mientras en ella arden la imprudencia y el fósforo
la luz verde del pecho cabecea frustrada.
Agazapada bajo la luz de las horas,
sin alas ni perfiles vagamente aclamados,
persiste en el arbitrio de la llama y el tiempo
e insólita se eleva besando fe y llanto;

sus pestañas inertes eluden la sequía
vertiendo voz y sed tras las quebradas cruces
de los discursos rotos, rehuyendo el futuro
de ese animal herido que no besa la paz.
Atrás quedaron los encendidos iconos…

…El verbo acariciado

 

-2-

¿No ves mis tantas caras inventariadas?
¡¡¡Con en el mismo cuerpo tan opuestas personas!!!
¿Donde hallaré las hebras que zurzan mis raíces?

Quiero purgar el mundo en tu boca;
mi aliento es un desierto en pugna
entre la media luz y la oscuridad;

es soledad mi territorio,
estoy avanzando hacia otro final.

Quiero dormir; yo me enveneno solo…

…El sol me absuelve.