Alimento-Cuerpo-Afecto: Un enfoque Bio-Psico-Cultural de la problemática de la alimentación

Tenemos malos hábitos alimenticios, debidos al ritmo actual de nuestra sociedad.
Tenemos malos hábitos alimenticios,
debidos al ritmo actual de nuestra sociedad.

El comer y las emociones están estrechamente unidos, comida y afecto significan muchas veces lo mismo. El comer y los modos de hacerlo constituyen un hábito básico que se forma cuando los niños son muy pequeños, quedando establecidos para el resto de la vida.

Se construye así el escenario donde la vida familiar, los afectos, las relaciones entre los miembros, el grado de autoestima, cobran un importante significado.

Cuando la alimentación queda despojada del componente relacional/afectivo, la tríada alimento-cuerpo-afecto se fractura y queda colapsada en una bidireccionalidad alimento-cuerpo, un círculo cerrado en el que ambos términos pasan a depender de la cultura. Tanto el alimento como el cuerpo quedan atrapados y adheridos a la norma cultural: se come lo que se vende y se publicita, se esculpen los cuerpos a partir de los modelos ofrecidos por los medios de comunicación.

La respuesta a esto se presenta en ocasiones, como un trastorno de alimentación. Así se lo llama y así se lo describe, pero ¿no será más acertado hablar de “trastornos de lamentación social” en los que el cuerpo aparece como síntoma y protesta ante una cultura que pone la mirada en la línea recta, elevando al grado máximo el “culto al hueso”?

Hay que recuperar entorno de la mesa familiar casi ya olvidado.
Hay que recuperar entorno de la mesa
familiar casi ya olvidado.

Se ha perdido el goce que se obtiene con el diálogo, la relación, la comunicación que se establecen a través de la comida compartida. ¿Cómo recuperar el entorno de la mesa familiar si las casas permanecen vacías? ¿Cómo recuperar el placer de la comida compartida y tranquila, si nos hemos acostumbrado a comer de pie y corriendo?La transformación de las costumbres y el debate entre una tradición cultural obsoleta y el nuevo espacio social aún no acabado de definir, crea adolescentes sin modelos sanos. Esta situación provoca en ellos como respuesta, una actitud de rebeldía que los lleva a vehiculizar a través del  propio cuerpo su incertidumbre. Los trastornos de alimentación (de lamentación social), son el resultado final de un proceso de desintegración social.

[hr] Graciela Mallia Montes
Psicóloga Clínica

Tel. 971 40 32 46